Un tipo casi normal...

No me gusta que me hablen los taxistas. Tampoco cuando me cortan el pelo. No me gusta que cuando estoy mirando ropa alguien se me acerque y me diga hola, ¿te puedo ayudar? Ni aunque esté buena. Me gusta leer libros de pie en las librerías, aunque me pongo nervioso cuando una chica se pone a curiosear un libro a mi lado. Cualquier día me dará por invitarla a un café. No me gusta el café. Lo de invitarla "a un café" sería sólo por convención, se entiende. Para que supiera que tengo huevos pero que no soy peligroso. Tú me decías eres peligroso, miras hondo. Y yo respondía, te dije que no te convenía quitarme las gafas. No me gusta hablar con desconocidos. Con algunos. El taxista de esta mañana. Sólo me corto el pelo tres veces al año. Tú me llamabas Principito.

lunes, 7 de marzo de 2016

Game Over


“La muerte del último hombre jamás será confirmada.”
ANDRÉS PARÍS


Mejor entender ahora
la derrota de los acordeones,
porque no podemos atrasar las nubes
como si nada hubiera pasado,
como si no quedaran en la memoria del aire
las marcas de nuestra crueldad.
Nos devoramos como quien esquilma a otra especie distinta.
Nadie entiende el grito de otro idioma
pero le nacen hijos muertos a las pupilas de los últimos
                                                                                [hombres buenos.
Podemos quedarnos,
seguir habitando la ilusión del progreso,
pero será apenas otra opción bárbara de sobrevivir,
como en las pelis de Saw.

Inédito

lunes, 29 de febrero de 2016

Premonición I


Volverán las oscuras golondrinas a dar por culo,
los pulmones respirando sal,
volverá el silencio a los estambres de las flores,
el mar ahogado tan cerca de la orilla.
Y sabremos entonces
del sabor de la sangre en las encías mudas.

Jacques y el mar

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Por mí y no por mis compañeros


Qué pensarán de nosotros,
dime, qué pensarán
cuando comprueben que nuestra caligrafía de lluvia
siempre escribió en las minúsculas de nuestro ego inmenso;
qué pensarán cuando comprueben
que para nosotros nunca un nosotros sin nada a cambio,
nunca la colmena, nunca la voz militante,
nunca las manos cortadas
por formar la escollera que proteja al otro.
Qué pensarán de nosotros los antropólogos del futuro
cuando tras el tiempo geológico de los glaciares
apenas emerjan, como papiros mudos,
nuestras fotos sonriendo en Facebook
como si hubiéramos sido testigos de una época
en la que fuera posible
de verdad sonreír.


Inédito

miércoles, 9 de diciembre de 2015

La liviandad de los vulnerables

“La armadura protege, sí, pero impide una cantidad de movimientos imprescindibles para la batalla.”
RUBÉN TEJERINA

El acto comunicativo más complejo es emitir silencio y que el otro te comprenda.


Leernos el silencio,
que me digas, callando,
que eres una funambulista
y caminas la cicatriz del acantilado;
que te avise, callando,
de que mis manos aún tiemblan el viento
de la sima tierna.
Y entonces, todo ya dicho,
quitarnos la armadura que nos protege,
pero que nos impide bailar los truenos
que dan la razón a los relámpagos.

Blanca es la ausencia